RESEÑA DE LA NOVELA EL CONEJO DE LA SUERTE. (ALMUDENA GAMONOSO DONAIRE).
La última novela que he tenido el placer de leerla ha sido El Conejo de la Suerte publicada con primor por la Editorial Universo. Escrita por otra andaluza, Almudena Gamonoso Donaire. Una gallarda joven en el buen sentido de la palabra, diestra en la pluma y bella como una rosa de primavera. La novela me impactó por su título; “El Conejo de la Suerte”(extraño título con la que está cayendo con la crisis) y la verdad sea dicha más de un conejo de la suerte nos gustaría poseer a más de uno. Cuando comencé a leerla me sorprendió. Pensaba que se trataba de una novela “feliz”, de un conejo que traía mucha suerte y todo parecía muy bien. Y efectivamente sus primeras páginas me confirmaban mi primera impresión, pero conforme avanzaba en su lectura el tema se complicaba y la novela se hacía casi esperpéntica y a veces con pinceladas kafkianas. No es de extrañar de una escritora Licenciada en Filosofía y amante de las letras. El Conejo de la Suerte se escapa y los habitantes de aquel pueblo se convierten en ricos de la noche a la mañana, en donde el señor alcalde” salió al balcón del ayuntamiento y proclamó fiesta local ese día”, frente a un pueblo que bullía en alegría y desenfreno al son del alcalde que no dudaba en prolongar la fiesta a base de alcohol y música. Un orador exquisito además de banquero, dos mezclas explosivas para un personaje ávido de poder. Al poco tiempo aparecieron en el pueblo sanguijuelas de todas partes para pillar tajada: agentes inmobiliarios, vendedores de coches y otros enseres, banqueros… todos con la voz tenue y empalagosa en donde prometían el oro. Al poco tiempo lo que parecía un cuento de rosas se convirtió en una pesadilla para el pueblo que lo perdió todo de la noche a la mañana por arte de magia. El alcalde aparentemente agradable y humano trataba con los conciudadanos cogiendo el mando por la sartén y poseyendo las llaves del poder al igual que las tienen los políticos de hoy en día que deshojan una margarita sin orden ni concierto. Un pueblo que del derroche y la desmedida, pecando como Adán y Eva en el paraíso, no llegan a valorar las cosas más insignificantes, como nos ocurrió en las épocas de bonanza antes de la mortal crisis, y cuando se llegan a dar cuenta ya es demasiado tarde. Con el paso del tiempo los pobres serán más pobres y los amigos que eran muy amigos se habrán quitado del medio. Un pueblo que se transforma en un Londres de la época de Charles Dickens llena de injusticia, robo y hambre. Una preciosa novela que nos mostrará el poder del dinero: “cuando lo tienes todo el mundo se arrodilla ante ti y cuando no te desprecia y nadie se acuerda de ti…”. Un alcalde que resultará ser una pesadilla y el germen del mal que engañará al pueblo y lo arruinará hasta la extenuación y para más inri tendrá la osadía de erigirse un gran monumento a su imagen y semejanza esculpida en oro, elemento este último muy significativo en la obra que me recuerda a mi visita a Roma, donde tuve la oportunidad de contemplar el Coliseo, un anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I y ubicado en el centro de la ciudad de Roma. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio, en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, que por desgracia ya no se encuentra. Este Coloso, de unos treinta y cinco metros, estaba esculpido en bronce y su tamaño colosal sobresalía por encima del Coliseo. No sé si la escritora se inspiró en este personaje, pero desde luego conserva muchas similitudes; El reinado de Nerón se asocia frecuentemente a la tiranía y la extravagancia. Y se lo recuerda a lo largo de la historia por una serie de ejecuciones inventivas, incluyendo la de su propia madre y la de su hermanastro Británico, y sobre todo por la creencia generalizada de que mientras Roma ardía él estaba componiendo con su liria. Y sobre todo por ser un implacable perseguidor de los cristianos que los exterminó como a cucarachas.
La escritora nos describe esa figura de oro “A su derecha estaba la enorme la enorme estatua que centralizaba la gran plaza que la rodeaba. De oro, poderosa en su figura y dando grandeza a la pobreza de este pueblo”. De hecho el alcalde no decía la verdad al resto de municipios y aparentaba lo que no era, pero eso sí, lo fue. Un pueblo que se convertirá en una pesadilla para sus vecinos y en donde se le privará discriminadamente de sus derechos como la educación y la sanidad: “La escuela portátil había sido eliminada por las fuerzas de seguridad por lo que era un elemento amenazador”. Unos de los momentos más trágicos y conmovedores de la obra son los relacionados con los niños: “Los niños de repente empezaron a llorar, lloraban de hambre, de sueño y de cansancio, lloraban de aburrimiento, de ganas de volver a casa…”. Un delirio en la que los desvalidos hijos sueñan con carne animal distorsionándola esperpénticamente de la humana: “ El niño, intranquilo, se acercó al cadáver como quién se acerca a un plato de comida y quiso arrancarle la mano a mordiscos”. Pero, sin embargo, ante todo este drama surgirá la heroína, como en la Revolución francesa, esa mujer de la “falda roja” que levanta el ánimo al pueblo y pone en serio peligro su propia vida para recoger al “hombre de la camisa amarilla”, que ha sido vilmente asesinado por uno de los secuaces vigilantes del alcalde, y darle una digna sepultura. Una mujer que me recuerda al cuadro de Eugène Delacroix “La libertad guiando al pueblo”. Un acto que demuestra que los verdaderos valores del ser humano están por encima de todo. Una novela corta pero intensa, extraña y bajo su aparente sencillez yace un profundo mensaje al pueblo. ¿Quién tiene la culpa de lo que le pasa a la población? ¿Quién nos está robando sin compasión para beneficio propio? Para contestar a estas preguntas solo hay que mirar el panorama nacional. Aunque la escritora es muy prudente y nos presenta un mundo algo extraño que me recuerda algo a Los viajes de Gulliver. de Jonathan Swift, su mensaje está claro. También me recuerda trazos a la novela de Aldous Huxley, Brave New World (Un mundo feliz) donde los personajes harán sexo desmedido y sin amor, en este caso quizás por la locura provocada por la falta de alimentos y la ansiedad. El Conejo de la Suerte es una novela que me recuerda también a la novela de Maqueronte. Es una advertencia al mundo, al pueblo, que está siendo manipulado por los poderosos y políticos. Solo la unión, la fuerza (sin violencia) y la sabiduría nos podrán salvar de la que se nos avecina. Una novela que desearás leerla hasta el final y te hará reflexionar del mismo modo que los personajes van aprendiendo a base de “palos en la vida”, pero al final se dan cuenta: “… todos sois iguales, que vuestro único sentido en la vida es el dinero y que la política no tiene mayor jefe que la economía. ¡Tontos que hemos sido nosotros…”. Una novela a mi opinión con una fuerte presencia existencialista en su interior donde podemos indagar y hallar pensamientos como los de Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Arthur Schopenhauer, Heidegger, Jean- Paul Sartre, Unamuno y Albert Camus entre otros. En definitiva, una novela que no te debes perder, ¿conseguirán estos conciudadanos recuperar su Suerte o por el contrario el Conejo los abandonará definitivamente?
Marcos Antonio López Zaragoza (El escritor de Benalmádena).