SIDEL DE MI SANGRE. MELILLA

                  SIDEL DE MI SANGRE.

                           MELILLA

 

 “A nuestro pueblo lo abrazamos

                                                sobre una ola.

                                                La ola volvió de nuevo

                                                hasta Sidonia”

Qué mejor manera de empezar este artículo con un poema de un “niño huérfano de padre de la guerra”, hablo del gran ilustre poeta melillense Miguel Fernández González (1931-1993). Aunque no lo conocí personalmente, sí convivió con sangre de mi sangre con mi querido abuelo Antonio y mi abuela Encarna junto a mi padre Marco Antonio y sus cuatro hermanos, que dejaron su querida Melilla a finales de los 60 y principios de la década de los 70 buscando el boom de la Costa del Sol y comenzando así una nueva etapa en sus vidas donde nacería la presente pluma que os escribe.

La palabra “Sidonia” relativa a “Sidel” es un nombre simbólico que el poeta denomina a su querida Melilla durante toda su obra. Hasta el día 14 de noviembre de 2017 nunca antes había pisado la tierra de mi sangre. Hoy por fin ha quedado saldada esta deuda personal con una visita fugaz, pero muy profunda en cuanto a corazón y alma. Allí he tenido el gusto de saludar a la directora de la biblioteca pública de Melilla situada en la gran Plaza de España, doña Sonia Gil que tan amablemente me atendió, donde tuve el gusto de entregarle en dicho encuentro mi última novela escrita de corazón: Pasión en Benalmádena.  El origen de una gran leyenda, publicada por Ediciones del Genal, perteneciente a la librería Proteo-Prometeo que recientemente ha recibido el premio nacional de librerías 2017.

Espero que esta novela certifique mi paso por Melilla y así la dejé rubricada y dedicada. Deseo con el tiempo y a partir de hoy poner mi gota literaria y personal para que los lazos entre Melilla y Benalmádena sean cada vez mayores.

Melilla es un lugar paradisíaco, esa belleza y amabilidad bereber se mezcla entre un aire andalusí y una humildad andaluza que me recordaba el esplendor pasado del Al-Ándalus. Parece que el tiempo allí todavía no ha borrado esa multicultural riqueza que perdimos hace siglos.

Mi visita por la ciudad acabó de la mejor manera posible y fue visitando la reciente exposición en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) que os invito a verla. Allí tuve el honor de contemplar in situ, con mis propios ojos, esta incalculable exposición realizada por personas de diferentes nacionalidades que han huido de sus países alejándose de las guerras, el hambre, el dolor, su orientación sexual u otros motivos. Me ha maravillado contemplar esas obras de arte realizadas por personas que han convivido temporalmente en esta “gran casa de la esperanza” hasta que han encontrado su camino.

Es difícil explicar cada una de estas obras de arte, que aparte de su belleza intrínseca, hay que sumarle un valor incalculable por las personas que han realizado este proyecto, ya que están creadas con esmero desde lo más hondo de sus corazones. Cada fotografía, cada cuadro, cada vestido, cada figura representan el sufrimiento o dolor por lo que han tenido que pasar estas personas para finalizar su vía crucis hasta alcanzar Melilla. Una injusta vida que “la ruleta de la fortuna” les premió con nacer en un país en guerra o empobrecido que no quisieron ni eligieron.

Cientos de miles de personas durante estos años, niños y niñas, mujeres embarazadas, ancianos, padres, tíos, primos, jóvenes, incluso enfermos, viudas, huérfanos… no han podido por desgracia cumplir sus sueños,  que era tan solo el de una vida un poquito mejor para ellos y sus hijos. Cada hora hay un drama que no percibimos: “Un corazón deja de latir buscando el camino hacia la libertad”.

En esta exposición encontramos el espíritu de lucha, la posibilidad, la ilusión por encontrar una vida mejor y la demostración que se puede hacer un mundo mejor entre todos los pueblos sin distinción de raza, lengua o religión. Como escritor, poeta y embajador oficiosamente de Benalmádena aunque no oficialmente, quiero dar mi apoyo total al CETI de Melilla y Ceuta, a la ACCEM, a Melilla Acoge, y otras asociaciones no gubernamentales y a todas las autoridades de Ceuta y Melilla por el gran papel y esfuerzo que están desarrollando cada día en dichas ciudades fronterizas. Espero y deseo que esta gran labor ejemplar se extienda a otros pueblos de Andalucía y España que me consta que ya se hacen en otros lugares de nuestro gran país solidario. Quiero darles las gracias en especial a don Fernando Blanco (miembro de la ACCEM), a doña Fati y María Jesús Martín de (Melilla Acoge) por el gran trabajo de incalculable valor que están realizando. Quiero terminar con unos versos en forma de prosa dedicados a todas las personas que han huido de sus países buscando «la luz» y a todas las que se han quedado en el camino. A todos ellos les enciendo una vela en solidaridad y les dedico estas letras:

 

¡ROMPE LAS CADENAS!

 

¡Oh, mi Dios!

Ayuda a la Sidel de mi sangre y dale fuerzas

para que encuentren el camino hacia tu Reino.

¡Ábreme cada una de las siete puertas

que oprimen mi corazón con olor a jazmín!

¡Libera a las golondrinas del yugo de la esclavitud y déjalas volar!

¡Rompe esas cadenas y fulmina esas espinas

que se clavan en los corazones de tus hijos!

¡Destruye esas redes que me atrapan y me ahogan como una ola!

¡No siembres el fondo del mar con más huesos!

¡Dame fuerzas, mi Dios!

¡Solo hay Uno y todos somos hijos de tu corazón!

¡Ilumina de color nuestras vidas hasta el final de nuestros días!

¡Te damos por ello, mil gracias, mi Señor!

Texto escrito en Melilla de camino hacia Benalmádena.

14 noviembre 2017. Melilla.

Marcos Antonio López Zaragoza (escritor, poeta y embajador de Benalmádena).